Esperanza En Tiempos Difíciles
Miqueas 1:2-16
2 Escuchen, pueblos todos;
presten atención la tierra
y todo lo que hay en ella.
Desde su santo templo
el Señor, el Señor omnipotente,
será testigo en contra de ustedes.
3 ¡Miren! Ya sale el Señor de su morada;
ya baja y se encamina
hacia las cumbres de la tierra.
4 A su paso se derriten las montañas
como la cera junto al fuego;
se parten en dos los valles
como partidos por el agua de un torrente.
5 Y todo esto por la transgresión de Jacob,
por los pecados del pueblo de Israel.
¿Acaso no representa Samaria
la transgresión de Jacob?
¿Y no es acaso en Jerusalén
donde están los santuarios paganos de Judá?
6 Dejaré a Samaria hecha un montón de ruinas:
¡convertida en campo arado para viñedos!
Arrojaré sus piedras al valle,
y pondré al descubierto sus cimientos.
7 Todos sus ídolos serán hechos pedazos;
toda su paga de prostituta será arrojada al fuego.
Yo destrozaré todas sus imágenes.
Todo cuanto ganó como prostituta,
en paga de prostituta se convertirá.
8 Por eso lloraré y gritaré de dolor,
y andaré descalzo y desnudo.
Aullaré como chacal
y gemiré como avestruz.
9 Porque la herida de Samaria es incurable:
ha llegado hasta Judá.
Se ha extendido hasta mi pueblo,
¡hasta la entrada misma de Jerusalén!
10 No lo anuncien en Gat,
no se entreguen al llanto;
¡revuélquense de dolor
en el polvo de Bet Leafrá!
11 Habitantes de Safir,
emigren desnudos y humillados.
Los habitantes de Zanán
no se atrevieron a salir.
Bet Ésel está gimiendo,
y va a retirarles su apoyo.
12 Se retuercen esperando el bien,
los habitantes de Marot;
el Señor ha enviado el mal
hasta la entrada misma de Jerusalén.
13 Habitantes de Laquis,
¡enganchen al carro los corceles!
Con ustedes comenzó el pecado de la hija de Sión;
en ustedes se hallaron los delitos de Israel.
14 Por tanto, despídanse de Moréset Gat.
Los edificios de la ciudad de Aczib
son una trampa para los reyes de Israel.
15 Habitantes de Maresá,
yo enviaré contra ustedes un conquistador,
y hasta Adulán irá a parar
la flor y nata de Israel.
16 Así que rasúrate la barba y rápate la cabeza;
haz duelo por tus amados hijos;
agranda tu calva como la del buitre,
pues tus hijos te serán arrebatados.
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